Puedo afirmar que la cadena de panaderías TOLOSANA mejoró un poco mi vida cuando comenzó a abrir tiendas en la zona donde vivo. Allí podía comprar diferentes panes de elaboración artesana como el almud, el molino o los moños, que tantas veces compré en la panadería de Loporzano para almorzar en Loscertales, en plena sierra de Guara, donde todavía habitan los mejores días de mi juventud.
Sin embargo, desde hace apenas un mes, me he visto obligado a dejar de comprar y, por lo tanto, a tomar para desayunar tostadas de pan almud, el preferido de mi mujer. La causa, como siempre, el petróleo, o en este caso, el plástico, derivado de ese diablo negro que acecha silencioso calentando nuestras casas y moviendo nuestros coches.
Hasta el pasado 1 de junio, el pan se servía en unas pequeñas bolsas de plástico donde se mantenía unos cuatro días sin perder apenas su consistencia de pan fresco. Actualmente, y siguiendo el Plan Nacional Integrado de Residuos, las han retirado y te lo sirven en una bolsa de papel que, para más bemoles, tiene un frontal de plástico para que puedas ver como se deteriora. En este nuevo envase apenas dura dos días debido a la mayor infiltración de aire a través del papel. Todas las abuelas saben que los cruasanes hay que meterlos por la noche en plástico para tomarlos al día siguiente blanditos. En resumen, si quiero tomar unas tostadas como Dios manda todas las mañanas, tengo que comprar pan cada dos días en vez de cada cuatro como sucedía antes.
Un pan de 500 gramos supone un coste energético de aproximadamente 2,5 kw.h eléctricos considerando un periodo de 30 minutos de cocción en un horno de 5 kw y despreciando el resto de procesos y actividades auxiliares de una panadería. Esta energía supone unas emisiones de CO2 de 957,5 gramos considerando su consumo nocturno.
La fabricación de una bolsa de plástico y su posterior eliminación supone una emisión de 10 gramos por bolsa según el prestigioso Mike-Berners Lee, consultor británico de medio ambiente, autor de numerosos estudios sobre la huella de carbono de los diferentes procesos humanos.
Por lo tanto, y hablando en términos unitarios de hogaza de almud, la eliminación de las bolsas de plástico supone un ahorro en emisiones de CO2 50 veces inferior que el hecho de tener que producir el doble de pan para el mismo servicio. Es decir, que un ahorro de 10 gramos de CO2 supone tener que producir dos panes en vez de uno.
¿Es ésto sostenibilidad? No, es simplemente negocio.
Por Alberto Hernández Bernad